Después de aquella noche, pasaron cada momento juntos. Y de pronto, eran inseparables. Era un romance improbable. El era un niño del campo. Ella era de la ciudad. Ella tenía el mundo a sus pies, mientras el no tenía donde caerse muerto. No concordaban mucho. De hecho, casi nunca concordaban. Siempre se peleaban. Y se retaban uno al otro cada día. Pero a pesar de sus diferencias, tenían algo importante en común:
Estaban locos el uno por el otro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario